Una gambusiera

Hoy me han hecho un regalo impagable. Mi amigo y compañero Manuel García González se ha presentado en casa con una auténtica «gambusiera», el recipiente de barro utilizado en los años veinte del siglo pasado para transportar las gambusias, unos pececitos importados por el científico Sadí de Buen (Barcelona, 1893-Córdoba, 1936) desde los Estados de Unidos de América para erradicar el paludismo. Los peces se liberaron en 1921 en la Charca del Roble, de Talayuela (Cáceres), y de allí los recogían los campesinos en estos búcaros. Los echaban en los estanques de sus tierras y se comían las larvas de los mosquitos anófeles que provocaban la enfermedad. Los más de ochocientos mil afectados de comienzos de los años veinte (de los que morían anualmente cinco mil) se redujeron a apenas unos treinta mil en 1935 y poco más de un centenar de muertos.

Manolo García y Pepa Corbacho acaban de publicar un librito enorme: SADÍ DE BUEN, EL LORCA DE LA CIENCIA (Brócoli Ediciones, Madrid, 2025), en el que narran la historia de ese empeño titánico que redujo al mínimo la mortalidad del paludismo en España. Han averiguado cuál fue el alfar de Salvatierra de los Barros que fabricó esta pieza de barro y le han pedido a su actual propietario, el alfarero Cayetano Pérez (bisnieto de quien la ideó), que hiciera cuatro ejemplares. Y Manolo ha tenido la generosidad de regalarme uno.

Lo tendré siempre en casa como homenaje al parasitólogo Sadí de Buen. Tras su asesinato en Córdoba en septiembre de 1936 por los franquistas y el desmantelamiento de sus programas antipalúdicos, el paludismo volvió a ser la principal causa de muerte natural de Extremadura hasta su completa erradicación muchos años después.

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