Llego a LAS IGNORANCIAS de Javier Velaza a través de Álvaro Valverde, que hace unos días invitaba a esa lectura en su blog. ¡Qué belleza! Este es el lenguaje que me gusta: conciso, medido, rítmico. Y esa la poesía: esencial, honda, culta.
Sí, en efecto, el de Velaza es el clasicismo de Juan Antonio González Iglesias, de Jaime Siles… Últimamente hay una orgullosa rebelión de los eruditos clásicos. Hartos de que sus saberes se desprecien con el motete de «lenguas muertas» parecen decididos a demostrarnos, poema a poema, la enorme utilidad de esa cultura.
Y, por cierto, existe una conexión entre ese empeño y el de Rafael Fontán Barreiro -otro filólogo de Clásicas- en un libro no de poesía, en un ensayo sobre textos griegos y latinos que leo estos días, sobrecogido por su erudición y belleza: LA ALMAZARA DE CATÓN. OLIVOS Y ACEITE EN GRECIA Y ROMA.
Habrá tiempo de volver a estas lecturas. Baste ahora «Nada», una de las ignorancias de Velaza.
